musica mapuche
El clima inhóspito, la lucha para sobrevivir en una tierra cubierta durante meses por la nieve le dan a la música mapuche un carácter lastimero donde la pasión es cruel y desesperanzada. La pasión no puede expresarse ni siquiera a través del llanto o del amor. De allí la sencillez de sus instrumentos musicales y que la música araucana sea queja y angustia.
Utilizaban varios instrumentos musicales: cultrún, trutruca, pifilca, ñorquin, quinquer-cahue o violín araucano.
Entre todos los instrumentos musicales, Nguenechén, el Padre de las razas aborígenes, eligió el cultrún y lo puso en las manos de la machi. Desde entonces es sagrado. Su vientre resonador tiene el perfume y las voces misteriosas de las maderas con que se talla: el foye (canelo) el triwe (laurel), el ciprés o el raulí. Y es para que no se escapen, que los artesanos le ponen bien ajustado sobre la redonda boca el parche de cuero pelado.
Es el cultrún el instrumento chamánico por excelencia, y esto ocurre desde sus antepasados, el tambor divino de los magos hindúes y el tibetano. Por eso el rito acompaña su nacimiento como instrumento compañero e inspirador del trance mítico.
Quienes lo han visto dicen que antes de tensar la membrana del cultrún la machi mete adentro su canto y con él parte de su pullú o alma... Y es fama que introduce las propiedades mágicas o curativas al colocar por la abertura a punto de cerrarse, piedritas de colores, plumas, pelo de animales o hierbas medicinales...
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